Llovía a cántaros y olía a metano el día que Columbo se dispuso a escontrar la fórmula para destilar el amor. Era un proyecto que llevaba gestando años, demasiado presuntuoso como para que no diera pereza comenzar. Pero aquella tarde de invierno borrascoso no tenía otro plan. -¿Por qué no? -pensó-, lo peor que me puede pasar es fallar.
Columbo no tenía muy claro por donde comenzar cuando se dispuso a desempolvar viejos matraces, tarros y cucharillas de cristal, que habían sido malgastados años atrás haciendo pomadas para limar asperezas. Su padre siempre fue mediocre y poco ambicioso a la par. Todo el mundo sabe que son los roces de la vida los que hay que eliminar.
Había salido la mañana anterior a aprovisionarse de ingredientes que pudieran ofertarle algún resultado novedoso. Los miró todos, cada cual era esencial. -¿Habré olvidado alguno?.
A saber, contaba con: rosas, por qué no, siempre simbolizan el amor cortés, el cortejo, y comparten el color de la ruborización de la dama que las recibe. Chocolate, porque sí, le gustaba, era dulce y sensual, su olor no podía faltar. Agua de la Fuente del Lugar, donde la hermosa Griselda lava sus pechos cada mañana y enjabona sus nalgas bronceadas y turgentes. Si ese agua no rezuma amor, las gallinas no pondrán un huevo jamás. Cabellos pelirrojos de su hermana Matilde. Este último ingrediente no lo tenía muy claro, pero había visto mil y una veces como los hombres miraban a su hermana con la mecha del deseo prendida en unos ojos voraces y con intenciones poco honestas. Medio kilo de limones que proporcionasen sabor agrio a una mezcla que pretendía ser fiel a la cruda realidad. Y un veneno... necesitaba un veneno pero no tenía claro cual. Tenía cicuta, adelfa, y alguna planta más. -Las pondré todas -decidió- [...]
Columbo no tenía muy claro por donde comenzar cuando se dispuso a desempolvar viejos matraces, tarros y cucharillas de cristal, que habían sido malgastados años atrás haciendo pomadas para limar asperezas. Su padre siempre fue mediocre y poco ambicioso a la par. Todo el mundo sabe que son los roces de la vida los que hay que eliminar.
Había salido la mañana anterior a aprovisionarse de ingredientes que pudieran ofertarle algún resultado novedoso. Los miró todos, cada cual era esencial. -¿Habré olvidado alguno?.
A saber, contaba con: rosas, por qué no, siempre simbolizan el amor cortés, el cortejo, y comparten el color de la ruborización de la dama que las recibe. Chocolate, porque sí, le gustaba, era dulce y sensual, su olor no podía faltar. Agua de la Fuente del Lugar, donde la hermosa Griselda lava sus pechos cada mañana y enjabona sus nalgas bronceadas y turgentes. Si ese agua no rezuma amor, las gallinas no pondrán un huevo jamás. Cabellos pelirrojos de su hermana Matilde. Este último ingrediente no lo tenía muy claro, pero había visto mil y una veces como los hombres miraban a su hermana con la mecha del deseo prendida en unos ojos voraces y con intenciones poco honestas. Medio kilo de limones que proporcionasen sabor agrio a una mezcla que pretendía ser fiel a la cruda realidad. Y un veneno... necesitaba un veneno pero no tenía claro cual. Tenía cicuta, adelfa, y alguna planta más. -Las pondré todas -decidió- [...]
Me han encantado las combinaciones de palabras que as utilizado, todas sacan algo mas cuando no lo esperas. Y la foto combina guay, por que son los ojos de alguien sabio, y que puede llegar a esas conclusiones sin pestañear. Guay
ResponderEliminarsabes que algo se te ha pegado de terry pratchet? :-P
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