El buque atracaba en el puerto envuelto en una bruma densa que parecía sonreir de forma histriónica. La puerta se abrió con un crujido que sin duda se burlaba de tu idiocia. Levaron anclas que no amarraban nada. Y luego... llegaron a gritos las ratas.
Huímos de las ratas a través de sucias tabernas gobernadas por el alcohol. Bebimos el veneno recomendado por suicidas inexpertos. Saltamos al vacío con pesos en los pies... y seguíamos oyendo a las ratas.
El espejo mentía entre tus sucios recuerdos, y el perfume apestaba a absurdas circunstancias. La bala se paseó del cañón a tu pelo; pero eso jamás les importó a las ratas.
Volvimos al mar, al principio, a buscar como invertir la persecución mortal. Los peces insultaron nuestros vagos esfuerzos, y la luna se mecía antipática e insolente a la par. El buque ya no estaba. Las tabernas, cerradas. Las balas en huelga y el veneno ineficaz. Y las ratas... a punto de llegar.
Huímos de las ratas a través de sucias tabernas gobernadas por el alcohol. Bebimos el veneno recomendado por suicidas inexpertos. Saltamos al vacío con pesos en los pies... y seguíamos oyendo a las ratas.
El espejo mentía entre tus sucios recuerdos, y el perfume apestaba a absurdas circunstancias. La bala se paseó del cañón a tu pelo; pero eso jamás les importó a las ratas.
Volvimos al mar, al principio, a buscar como invertir la persecución mortal. Los peces insultaron nuestros vagos esfuerzos, y la luna se mecía antipática e insolente a la par. El buque ya no estaba. Las tabernas, cerradas. Las balas en huelga y el veneno ineficaz. Y las ratas... a punto de llegar.
Hasta Toledo ha llegado el olor a pescado.
ResponderEliminarUUUUH HUELES FATAL!
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