[...] Cuando caminabas descalzo para sentir más profundas las heridas, te cruzaste conmigo. Tal vez como catársis de las lágrimas que no quieren salir, por miedo a no volver a coagularse. Y mientras yo me convertía en el dique de tu dolor, tú te presentabas como el alquimista que transformaría los días de plomo en metal reluciente [...]
viernes, 12 de junio de 2009
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Queremos una novela ya!
ResponderEliminarHey,un Ouroboros!!! Eso lo tengo tatuao yo!!!!
ResponderEliminarQueremos la osa gazaposa ya
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