lunes, 21 de septiembre de 2009

Sin prólogo



Es tu pelo obstinado el aliciente que convierte la parquedad de la mañana en acontecimiento estelar. Son tus muecas cargadas de ironía el reto que despierta mis instintos guerreros y de conquista. Nací para expandirme y eso haré. Pasaré con sigilo entre los bastidores de tu obra impregnando mi esencia sobre cada una de las telas tras las que se oculta la verdad, la que hasta el ciego ve y el manco palpa, cargada de lágrimas y risas en proporción equilibrada.

Es tu fugaz pensamiento el alimento de mi tenacidad, el lugar donde se guardan bajo llave los instintos más primarios disfradados de poesías y metáforas ardientes... La tinta es cómplice de todo aquello que no se pudo realizar, y el árido papel se convierte en juez de las bocas que no supieron regalar suficientes besos.

Son tus labios la puerta del deseo, frontera entre cordura y paranoia, suave caricia, destino de pensamientos impuros y cruce de ansiedad emocional

Es tu voz la incógnita que resuelve la ecuación del desencuentro, el límite entre la casualidad y el infortunio, la matriz de nuestras vidas enmarañadas.


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