miércoles, 13 de octubre de 2010

Untitled




Eva palidecía lánguida tras los vidrios de su vida. Le habría gustado ser tostada al sol de aventuras y desventuras excitantes, pero la suerte le regaló un porvenir bastante mundano, incluso -me atrevería a decir- grisáceo.
Eva envidiaba las idas y venidas ajetreadas de los caminantes sin nombre, que aparecían y se esfumaban quemando el asfalto de una ciudad que nuevamente desprendía olores a otoño. El ciclo se cumple y los vientos -por lo general mal recibidos- de la estación marrón, agitaban las ramas de unos sauces que lloraban la partida del verano.
Eva comprendía su dolor, porque también ella lloraba cada día la partida de las horas y los minutos de su existencia, sin haber logrado apenas darle un toque de color [...]


1 comentario:

  1. Me he imaginado mas, una imagen de todos coloridos que algo tan oscuro, aunque el toque anónimo sigue estando ahi. Publica algún día la historia completa!

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