Volar es algo muy curioso. Es una experiencia que según quien la viva, cómo y cuándo, puede adoptar los matices más diversos. Cuando eres pequeño solo vuelas con la imaginación, y para qué más. Es gratis y placentero, paradojas de la vida ¡si pudiera lo compraba! Después llega ese día en que vuelas en sentido literal, con los padres en el primer viaje a la playa, o a manos del capullo de turno que te asestó un buen puñetazo por robarle a Silvia la cachonda... y tú solo piensas en los pechos de Silvia, y en el dolor de tu pómulo lamentándote ¿será esto volar?.
Pero a medida que pasa el tiempo, el verbo "volar" va cobrando nuevos, y no siempre agradables significados. De pronto es necesario volar para llegar a tiempo a todas partes, volar para evitar que rapaces te arrebaten lo tuyo, y volar... para evadirte de la inminente realidad.
Esta última acepción es la que nos ocupa ahora. Vuela y escapa de una vida prestada... pero recuerda que tarde o temprano tendrás que volver. El tiempo en estos viajes suele tener una elasticidad variable, directamente proporcional al dolor del aterrizaje anunciado, e inversamente proporcional al ánimo de asaltar el tren del día a día. El gasto es más bien engañoso, pues aparentemente son gratis, pero acumulan intereses que se cobran en el mundo real.
Lo terrible es que un día "la caída pierde altura" y hay que regresar. "Para siempre me parece mucho tiempo", y para entonces puede ser tarde para darse cuenta de que volviste en otro momento y lugar de la curvatura espacio-tiempo, y que el mundo, aparentemente igual, se ha convertido en un universo paralelo en el que ya no queda sitio para tí.
[...] (Continuará...tal vez)
Pero a medida que pasa el tiempo, el verbo "volar" va cobrando nuevos, y no siempre agradables significados. De pronto es necesario volar para llegar a tiempo a todas partes, volar para evitar que rapaces te arrebaten lo tuyo, y volar... para evadirte de la inminente realidad.
Esta última acepción es la que nos ocupa ahora. Vuela y escapa de una vida prestada... pero recuerda que tarde o temprano tendrás que volver. El tiempo en estos viajes suele tener una elasticidad variable, directamente proporcional al dolor del aterrizaje anunciado, e inversamente proporcional al ánimo de asaltar el tren del día a día. El gasto es más bien engañoso, pues aparentemente son gratis, pero acumulan intereses que se cobran en el mundo real.
Lo terrible es que un día "la caída pierde altura" y hay que regresar. "Para siempre me parece mucho tiempo", y para entonces puede ser tarde para darse cuenta de que volviste en otro momento y lugar de la curvatura espacio-tiempo, y que el mundo, aparentemente igual, se ha convertido en un universo paralelo en el que ya no queda sitio para tí.
[...] (Continuará...tal vez)
Alguien dijo una vez "Tú eres el eje central de tu universo"...
Puede que alguno de ellos sea el real... lo tendré que investigar...
ResponderEliminarArduo trabajo por delante habiendo universos infinitos.